Carpe
Diem: Otra razón para votar por AMLO
Jueves, 17
de mayo de 2012
Hace un mes, el prestigiado periodista
Pedro Miguel ("Navegaciones", La Jornada), plasmaba con talento 27 razones
que consideraba necesarias reflexionar para votar por AMLO. Me atrevería a
agregar una razón más a la de este notable pensador: congruencia.
Vivimos tiempos difíciles, momentos de
confrontación. No pasa un día sin que seamos enterados de decenas de muertes
sangrientas en uno u otro rincón del país. Cada día que pasa los pobres son más
pobres, y los ricos más ricos, se apoderan un poco más de nuestro México.
Sin embargo, ahora se agrega un
ingrediente adicional; la inminente elección presidencial. Ante esta
circunstancia incrustada en el debate político para granjearse entre unos y
otros el sufragio de los mexicanos, uno no puede menos que remontarse al
pasado.
Hace 6 años vivimos instantes de
diálogo cerrado debido a que las tendencias electorales entre los candidatos de
la Coalición por el Bien de Todos y el Partido Acción Nacional resultaron
cercanas, casi imperceptibles entre sí, insisten algunos. Diversas
investigaciones entre ellas el libro recién publicado La Cocina del Diablo. El fraude de 2006 y los intelectuales de
Héctor Díaz-Polanco (Editorial Planeta, 2012), aseguran que AMLO se impuso a
Calderón con un margen no muy amplio, pero claramente ganador.
Narra además la guerra sucia del
entonces presidente Vicente Fox Quezada y la desaseada y sospechosa actuación
del IFE y del TEPJF.
Muchos filósofos políticos han
manifestado que la felicidad pública se genera a partir de los comicios. Aunque
se trate del valor más elevado de la ética pragmática, el espectro de la
democracia se refleja en la voluntad de cada uno de nosotros de emitir libre y
soberanamente nuestra preferencia electoral. Sin embargo, la democracia exige
el respeto irrestricto a nuestra voluntad voto por voto.
La opción de millones de nosotros de
haber votado por una alternativa que privilegiara la atención de las mayorías,
no buscó de fondo entonces, al menos en muchísimos casos, disolver los
privilegios sociales que el régimen nos había brindado. Tampoco se trató de
acceder a posiciones no ganadas sin el fervor del trabajo. Se trató de que las
oportunidades para los desfavorecidos, representaran mayores posibilidades para
que nuestra sociedad fuera más justa, humana y democrática. Hace seis años,
según Díaz-Polanco y otros investigadores, la mayoría de los mexicanos votamos
por un cambio que nunca vimos llegar; el TEPJF decidió por nosotros.
Pese a todo, en los años siguientes
AMLO continuó enarbolando diversas luchas por la defensa del petróleo, contra
los monopolios energéticos y de telecomunicaciones, por la austeridad
republicana necesaria en un gobierno y contra la corrupción, entre otras. Tal
postura hace, al menos desde mi punto de vista, creíble que actuando en
congruencia con sus dichos y hechos, el rumbo del país en sus manos hubiera
sido diferente.
En una retrospectiva, si se hubiera
respetado el triunfo de AMLO, parafraseando sus propias palabras, “habría
aplicado políticas que impulsaran el desarrollo económico y la generación de
empleos, y no se habría detonado la crisis de valores, de violencia, de
inseguridad y de incertidumbre económica”.
El pasado es imposible cambiarlo, lo
único que tenemos es lo por venir.
Seis años después, volver a votar
por la opción de generar mejores condiciones de vida para los que más la
necesitan, representará que los mexicanos más marginados prosigan su intento
por alcanzar la tan ansiada justicia económica y social, en un Estado que sí les dé esa posibilidad.
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Conductora
de Discrepancias en Radio UNAM, entre otras cosas. Humanista, Existencialista y
Libertaria. Twitter: @Dinorah_Pizano
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