El
fraude electoral en 2006 fue a ras de casilla y cibernético, afirma
Díaz-Polanco
- Presentaron
La cocina del diablo, libro del sociólogo publicado por Planeta
- Critica
a intelectuales que validaron el resultado con el argumento de que fueron
comicios limpios
John
Ackerman, Julio Boltvinik, Héctor Díaz-Polanco y Paco Ignacio Taibo II en el
Centro Cultural Casa Lamm. Foto: María Meléndrez Parada.
Carlos
Paul
Periódico
La Jornada
Miércoles 2 de mayo de 2012.
Sí hubo fraude en las elecciones
presidenciales de 2006 y se realizó a dos niveles: con acciones ilegales a ras
de casilla y mediante sofisticadas maniobras cibernéticas, afirmó de manera
contundente el sociólogo y politólogo Héctor Díaz-Polanco en la presentación de
su nuevo libro.
En La
cocina del diablo: el fraude de 2006 y los intelectuales (Editorial
Planeta), el investigador no sólo desmonta de manera detallada y científica
cada una de las teorías que sostienen que no lo hubo, sino también hace una
devastadora crítica a los intelectuales creyentes que validaron el resultado
argumentando que fue una elección limpia.
Inscrito en la
colección Temas de hoy del sello editorial, el libro fue comentado por Paco
Ignacio Taibo II, Julio Boltvinik, John M. Ackerman y el autor, el pasado lunes
en la Casa Lamm. La afluencia de público rebasó el cupo del centro cultural.
El volumen se
divide en tres partes. La primera da cuenta de las circunstancias
político-sociales que antecedieron al fraude; en la segunda se analizan todas
las pruebas del fraude, y en la tercera la polarización y posturas de los
intelectuales –escépticos versus creyentes–, así como la validación que
un sector dio al resultado oficial.
Respecto de
los antecedentes, Díaz-Polanco destacó que durante 2004-2005 un grupo
oligárquico de empresarios descubrió que Andrés Manuel López Obrador era en
realidad un peligro, no para México, sino para ellos, ironizó el especialista.
En ese
periodo, apuntó, ocurrieron dos hechos de relevancia: uno fue el proceso de
desafuero contra López Obrador, quien era jefe de Gobierno del Distrito Federal
(GDF), por la supuesta violación a la Ley de Amparo en el asunto judicial del
predio El Encino.
La razón
resultaba sencilla: el mandatario de la capital mexicana era, por mucho, el
puntero en las preferencias para la elección presidencial de 2006.
La imagen de
que López Obrador era un gobernante que “ignoraba y desacataba la ley fue
construida a golpe de repetir el mismo argumento a través de los medios”.
“Pero no fue
consolidada como podría pensarse –explicó Díaz-Polanco–. El caso El Encino se
aprovechó para reavivar el asunto del Paraje San Juan, el cual sirvió para
fraguar la imagen de una autoridad refractaria a someterse a las normas
legales”.
El caso del
Paraje San Juan implicó que el presunto propietario de un terreno de 298
hectáreas que habían sido expropiadas años atrás, asesorado por abogados que al
mismo tiempo eran senadores y dirigentes de un partido político, como Diego
Fernández de Cevallos, logró una sentencia en su favor que ordenaba al GDF el
pago de la friolera de mil 810 millones de pesos como indemnización.
“Por primera
vez ocurrió un fenómeno dentro del GDF, hubo un gobernante llamado López
Obrador que dijo: ‘no pago’; porque esa demanda es fruto de un fraude en
colusión con un grupo de sinvergüenzas organizados, que convirtieron las
demandas falsas en una especie de industria.”
La cuestión es
que, luego de que se investigó, se descubrió que ese terreno era propiedad de
la nación.
Construir
antídotos: Taibo II
El desafuero y los casos de El Encino
y el Paraje San Juan “fue el primer timbrazo de que el grupo
oligárquico de empresarios había decidido que López Obrador no podía ser
presidente, porque acabaría con la corrupción”, expresó Díaz-Polanco.
Basado en los
análisis de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México y
especialistas de universidades extranjeras, luego de haber examinado las
pruebas, sin duda alguna hubo fraude. Las pruebas son abrumadoras, sostuvo.
En el libro
“se da cuenta –prosiguió– de las irregularidades en la votación y se desmontan
de manera detallada y científica cada una de las teorías que sostienen que no
hubo fraude, además de hacer una crítica a los intelectuales creyentes que
validaron el resultado argumentando que fue una elección limpia”.
La cocina del
diablo, destacó Julio Boltvinik, sirve para
entender el grado de ilegitimidad del gobierno actual. Para John M. Ackerman es
un libro que también es una historia de éxitos ciudadanos para que la ley y las
instituciones funcionen cuando hay presión social, pues estamos ante una
coyuntura similar a la del desafuero, donde la lucha es por la legalidad y la
justicia. De alguna manera es un llamado para que otra vez nos activemos como
sociedad.
Con este
libro, comentó Paco Ignacio Taibo II, “se tiene certeza absoluta de lo que pasó
en 2006. La memoria es importante porque fortalece la mentalidad de los
ciudadanos.
Lo que nos deja es que hoy día, hay que
construir una serie de antídotos contra el fraude”.
Ese libro abre
el debate sobre un tema central: la credibilidad de las instituciones
electorales, un asunto de relevancia en las elecciones de este 2012.
Para concluir,
Díaz-Polanco propuso un sistema de vigilancia ciudadana cibernética, pues las
elecciones se pueden perder en lo cibernético. “En 2006 no se conoció el
software del sistema de cómputo de las elecciones. Hoy debemos exigir que ese
software sea público, para que el proceso sea seguido por cualquier ciudadano.
Además, que existan ‘llaves cibernéticas’, en manos de los representantes de
partidos para comprobar en cualquier momento que no se presenten irregularidades”.