El
fraude electoral de 2006
Araceli
Damián*
“Haiga
sido como haiga sido” es el cínico lema con el que Felipe Calderón reconoció que
hizo trampa y mostró su falta de actitud cívica y democrática. Su llegada a la
presidencia estuvo apoyada por poderes fácticos que gozan de enormes
privilegios y que orquestaron el fraude electoral de 2006, como lo muestra el
libro de Héctor Díaz-Polanco La cocina
del diablo. El fraude de 2006 y los intelectuales (Editorial Planeta, 2012).
Esta
publicación tiene la virtud de hacer un análisis retrospectivo sobre el proceso
político que desembocó en el fraude, el cual está descrito en tres partes. En
la primera se hace un análisis de los sucesos que despertaron en un origen la
desconfianza entre las élites ante el honesto actuar de Andrés Manuel López
Obrador (AMLO).
Nos
hace recordar el caso del paraje San Juan, terreno de propiedad federal con
escrituras falsas, sobre el cual los jueces ordenaron pagar una millonaria indemnización
a los supuestos dueños. Como Jefe de Gobierno del Distrito Federal AMLO se negó
a pagar y comprobó que se trataba de una estafa. Empresarios, jueces y
burócratas corruptos involucrados quedaron con las manos vacías y alertaron
desde entonces sobre el peligro de perder privilegios y negocios jugosos con
AMLO como gobernante.
También
nos recuerda sobre los sucesos en torno al conflicto del Encino, cuyo
desenlace, el injustificado desafuero, provocó una movilización sin
precedentes, lo que orilló a las élites a buscar mecanismos para evitar que
AMLO llegara a la presidencia de la República, preparando desde entonces el
terreno para cometer el fraude electoral.
En
la segunda parte, Díaz-Polanco ofrece la evidencia producida por los
científicos mexicanos y extranjeros en torno a las inconsistencias de los datos
presentados en los sistemas de cómputo del IFE (Instituto Federal Electoral).
La evidencia abarca los resultados derivados del PREP (Programa de Resultados
Electorales Preliminares), del CD (Conteo Distrital), del limitado recuento de
casillas ordenado por el TEPJF (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación), de las actas inconsistentes de casillas no incluidas en el PREP y
otras fuentes hemerográficas y bibliográficas.
De
acuerdo a las pruebas estadísticas a las que fue sometida la información, los
científicos llegaron a la conclusión de que su comportamiento era atípico y que
por tanto no existía certeza sobre los resultados de la elección. Todos ellos recomendaban
un recuento voto por voto de una muestra representativa de casillas y, de
encontrarse irregularidades, el recuento total.
Como
bien señala el autor, ningún científico planteó en un primer momento que se
hubiera cometido fraude; simple y llanamente mostraron que la magnitud de las
inconsistencias hacía imposible saber quién era el ganador. Entre las
irregularidades están que 60% de las casillas presentan errores aritméticos; en
más del 50% del total de casillas hacían falta boletas (tres millones) o
sobraban (819 mi). El total de las sobrantes era tres veces mayor a la
diferencia reconocida al final entre Calderón y AMLO; ésta se redujo en más de
la mitad cuando se incluyeron en el conteo los datos de las actas
inconsistentes (de 1.4% a 0.58%).
Ante
la negativa de las autoridades de realizar el conteo voto por voto, los
científicos elaboraron pruebas más sofisticadas para mostrar la necesidad de
éste. Por ejemplo, con base en la Ley de Benford, que establece que la
probabilidad de que en una serie de números aparezcan los dígitos del cero al
nueve no es la misma y que va de mayor a menor probabilidad (30.1% para el uno y
4.6% para el nueve), demostraron que los datos de las actas fueron alterados agregando
ceros y unos. De igual forma se demostró que la alimentación del PREP no fue
realizada de manera aleatoria, conforme se produjeron los resultados, sino que
hubo una ordenación de menor a mayor porcentaje de votación para Calderón y de
mayor a menor para AMLO.
Aparece
aquí la idea de que no fueron simples errores humanos, sino que hubo una
intervención directa para producir los resultados deseados, es decir, se
cometió fraude. Esta evidencia se liga con la tercera parte del libro, que contiene
una valiosa reflexión sobre el papel que jugaron los “intelectuales” en la
defensa a ultranza de la idea de la “pulcritud” de la elección y del actuar de
los principales agentes involucrados, tratando de construir una “verdad” sin
fundamento (es decir una mentira), contribuyendo a la imposición de un
gobernante ilegítimo.
Además
de esta evidencia Díaz-Polanco documenta las acciones fraudulentas cometidas a
la “antigüita” por miembros del SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación) y su líder Elba Esther Gordillo, la falta de cuidado de casillas por
parte de los partidos de izquierda, la impropia intromisión de Vicente Fox, el
impropio actuar del ex-presidente del IFE (Luis Carlos Ugalde), la orden dada
por éste para evitar el recuento de casillas ante impugnaciones de representantes
de partidos, etc.
Una
de las conclusiones del libro es la posibilidad de que este fraudulento actuar
vuelva a presentarse en las próximas elecciones. Por ello es necesario exigir,
como lo plantea el autor, que se lleve a cabo la recomendación del Comité
Técnico Asesor del PREP, de hacer público el software que se utilizará, instalando
mecanismos de autenticidad que permitan verificar que es el que está siendo
utilizado y que éste no está siendo manipulado. La participación de la sociedad
civil y de la comunidad académica independiente en este proceso es igualmente
necesaria para tratar de evitar un nuevo fraude.
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